
En el corazón de Europa, se está desarrollando una crisis silenciosa. Un fuerte aumento del desempleo en Alemania y Francia está empujando al Banco Central Europeo (BCE) hacia otro recorte de tasas de interés. Aunque los responsables políticos siguen mostrándose reacios, la economía los está acorralando. El patrón es global. La semana pasada, Australia respondió con recortes de tasas. Esta semana, le toca a Nueva Zelanda. Incluso Singapur está advirtiendo sobre una recesión técnica.
El fenómeno no es una carrera hacia el abismo; es la gravedad económica. Los bancos centrales de todo el mundo se ven arrastrados al mismo vórtice de crecimiento en declive, mercados laborales en deterioro y presiones inflacionarias que se desvanecen. A pesar de las promesas de hace solo unos años de que las tasas de interés no volverían a mínimos históricos, aquí estamos otra vez.
Una llamada de atención para Europa
La tasa de referencia del BCE se sitúa en el 2.25%. Otro recorte la llevaría al 2%, un nivel que hasta hace poco parecía impensable. De hecho, el año pasado los banqueros centrales eran tajantes: no más recortes de tasas, no más dinero fácil. Pero los mercados anticiparon lo contrario de forma constante, y ahora
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